Por María Jesús Hald
Directora de Educación Continua, Facultad de Medicina, U. Andrés Bello
La pandemia evidenció que los recursos humanos son tan importantes como la infraestructura. Y Chile mostró una rápida reconversión de camas críticas, adquisición de ventiladores e insumos médicos, y articulación efectiva entre el sector público y privado bajo una coordinación centralizada. Sin embargo, el costo humano fue alto: los equipos sanitarios estuvieron sobre exigidos, expuestos a largas jornadas de trabajo y se vieron enfrentados a situaciones de difícil toma de decisiones especialmente en unidades de cuidados intensivos en que la demanda por camas críticas superó en ocasiones la oferta.
Una de las estrategias sanitarias más efectivas fue la Estrategia TTA (Testeo, Trazabilidad y Aislamiento). Asimismo, ante la velocidad de propagación, se decretaron cuarentenas generales, medidas que buscaban disminuir la movilidad social para reducir el número de contagios, sin embargo, su implementación masiva evidenció la necesidad de estrategias más focalizadas y sostenibles en el tiempo, dado las implicancias económicas y en educación en todos sus niveles.

Uno de los grandes desafíos iniciales fue la capacidad limitada para confirmar casos mediante la prueba o “test” de Reacción en Cadena de la Polimerasa, conocida universalmente como PCR por sus siglas en inglés. Como respuesta a este desafío, Chile impulsó rápidamente la habilitación y expansión de laboratorios públicos y privados, incorporando tecnología de biología molecular, automatización y personal capacitado. Esto permitió aumentar de algunos cientos a miles de exámenes diarios, factor clave para el control epidemiológico descentralizando el acceso al testeo.
La ampliación geográfica del testeo permitió llegar a todos los rincones del país. La estrategia de búsqueda activa de casos (BAC) por test de PCR fue clave para identificar contagios en territorios con alta carga viral, incluyendo los sujetos asintomáticos. Así, por trazabilidad epidemiológica se identificaban los contactos estrechos, notificándolos y aislándolos de forma segura.
Con el tiempo, las cuarentenas se reemplazaron por el Plan Paso a Paso, una estrategia más dinámica basada en cinco fases que permitía ajustar medidas según los indicadores epidemiológicos por comuna. Si bien logró equilibrar control sanitario y reactivación económica, también enfrentó desafíos en su implementación y comunicación de riesgo entre autoridades y la ciudadanía.
El hito final y exitoso de estrategias de control y retorno a la de la pandemia fue la vacunación masiva a fines del año 2020. Gracias a una sólida red de atención primaria, Chile logró una alta cobertura de vacunación, siendo la más alta de América Latina.
Apoyando la medida de salud pública se agregó una herramienta de incentivo clave, cual fue el Pase de Movilidad, implementado en mayo de 2021: este documento digital permitió el retorno a la presencialidad y mayor libertad de desplazamiento para personas vacunadas. La gratuidad en la vacunación eliminó las barreras socioeconómicas y facilitó la reactivación económica de sectores como el turismo, comercio y cultura , confirmando que el mayor beneficio de las vacunas va más allá de la protección individual, su impacto radica en el efecto comunitario positivo que generan.
El sistema de salud pública chileno salió fortalecido pues hoy cuenta con mayor capacidad diagnóstica, integración digital, vigilancia genómica y reconocimiento del rol de la atención primaria. Sin embargo, ese fortalecimiento sigue siendo frágil si no se respalda con inversión sostenida y visión estratégica.

Desafíos
Como es habitual tras una gran crisis, hay señales de relajo. La cobertura de refuerzos de la vacuna para el Covid19 (vacuna Spikevax del laboratorio Moderna Biotech, y la vacuna Comirnaty del laboratorio Pfizer-BioNTech) ha disminuido, especialmente en adultos jóvenes. La denominada “fatiga pandémica” afecta la percepción del riesgo, mientras el virus sigue circulando y mutando.
Además, han resurgido otras amenazas. El sarampión, enfermedad altamente contagiosa y prevenible por vacunas, ha vuelto a activarse este 2025, con brotes en países como Estados Unidos, Perú, Brasil y Reino Unido. Esta reemergencia se relaciona con la caída de las tasas de vacunación, desinformación, movimientos sociales antivacunas, brechas en la vigilancia y falta de respuesta oportuna a casos importados. Por todo lo anterior es que Chile debe reforzar su estrategia de inmunización, reconstruir la confianza pública en las vacunas y fortalecer la vigilancia epidemiológica para evitar la reintroducción de enfermedades eliminadas.
La amenaza actual más importante es la influenza aviar (H5N1), virus con alta capacidad de mutación que ha sido detectado en especies animales no habituales como vacas lecheras en EE.UU., abriendo nuevas vías de transmisión.
La próxima pandemia es una posibilidad real en Chile y en el mundo, por lo que se debe seguir construyendo un sistema sanitario capacitado para la respuesta de emergencias y desastres, equitativo y basado en la mejor evidencia científica, que proteja a toda la población, desde una mirada equitativa.